martes, 17 de junio de 2014

EN POKHARA, A LAS FALDAS DEL HIMALAYA

Tras 7 horas de autobús, sin aire acondicionado, pero si con múltiples mini-ventiladores distribuidos por todo el autobús (¡¡lo nunca visto!!), llegamos a la ciudad de Pokhara. Famosa por su sagrado lago Phewa, por estar rodada de las montañas más inmensas del mundo, y porque es desde aquí donde se comienzan los trekkings mas famosos del montañoso nepal.




Ésta ciudad nos sorprendió gratamente en comparación a la capital. Parecía algo mas tranquila y menos atropellada, y con más lugares naturales rodeando la urbe. Aunque ésta era solo una cara de ella, la que nos intentan ofrecer a aquellos que la visitamos. Pero éste lugar también mira hacia hogares muy humildes, gentes con muy poco, y situaciones de vida muy complicadas, que pasan muy desapercibidos si no tratas de abrir bien los ojos. Éstas son las situaciones que te parten el corazón, y te hacen replantearte muchas cosas, aunque tus propios actos no vayan a tener ninguna consecuencia positiva directa frente a lo que uno ve.




Un bonito mirador para divisar la ciudad y el maravilloso lago, es el lugar donde se encuentra la espiritual Gran Pagoda de la Paz Mundial budista. Es de un color blanco intenso pero a la vez muy sobria en cuanto a su construcción. El lugar es privilegiado, y deja esa ventana abierta para que los más curiosos divisen todo aquello que alcancen a ver sus ojos.






Los alrededores del lago son zonas tranquilas y con una energía especial, por lo que era mágico ver los hermosos atardeceres allí.




Y… aprovechando que la mayor parte de la gente me confunde con una Nepalí, y que mis padres me enseñaron: que “donde fueres haz lo que vieres”


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