Nos despedimos de Isma y Pitu, y de repente, nos bajamos de una cinta mecánica, que atravesaba el pasillo una velocidad a la que no estábamos acostumbrados.
Ahora caminaríamos más despacio, pero la inercia del movimiento nos dejó agotados, y pasamos un día y otro, otro más así hasta: "7 días en el Paraiso"
No nos cansábamos de disfrutar los atardeceres y de los placeres de la vida contemplativa. Parece que este mar nos atrapó.
O más bien nosotros, entre baño y baño, atrapamos en nuestros cuerpos, el sol dorado de sus aguas en el atardecer.
Pues como ya hemos dicho, en el paraíso hace calor y el atardecer es la mejor hora para empezar a vivir fuera de hamaca.
El juez de línea, es el Rey, a quien le muestran una autentica adoración ya que le puedes encontrar de todas las poses, y lugares imaginables. ¡¡Esto es lo que necesita nuestra Corona!!
Qué de maravillas! Es impresionante....desde luego...un paraiso
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